Aunque los titulares se centran en la caída de votos comparada con 2022, un análisis profundo revela una base resiliente de más de dos millones de personas y una estrategia digital que asegura la continuidad del proyecto político.
Cuando las urnas hablaron el pasado 26 de octubre, los titulares escribieron un obituario político para el Pacto Histórico. La caída de más de 5,5 millones de votos (en 2022) a poco más de 2 millones parecía un veredicto terminal.
Pero en política, la primera historia rara vez es la única. ¿Es esta caída un fracaso rotundo o la prueba de un «suelo electoral» más sólido de lo que parece? Detrás del ruido de la sangría de votos, emerge una narrativa de resistencia, estrategia y una fuerza política que se niega a desaparecer.
El Contexto: «Comparar Peras con Manzanas»
El primer dato es innegable: la consulta de 2022, que eligió a Gustavo Petro como candidato, atrajo a 5,8 millones de personas. La de este domingo, que dio como ganador a Iván Cepeda con cerca de 1,2 millones de sufragios, apenas superó los 2,1 millones.

Frente al aluvión de críticas, el presidente Gustavo Petro lideró la contraofensiva argumentando que la comparación es metodológicamente incorrecta. El punto central de su defensa es que la consulta de 2022 se benefició del impulso y la logística de unas elecciones legislativas masivas.
La de 2025, en cambio, fue un evento autónomo, fuera de un calendario electoral nacional. «Que brutos y como embrutecen… la consulta del 2022 fue en fecha de elecciones masivas, esta consulta es fuera de ellas», sentenció el mandatario, sugiriendo que juzgar ambos eventos con la misma vara es un error de análisis.
El Vaso Medio Lleno: ¿Por Qué 2 Millones es una Victoria?
Lejos de verlo como un fracaso, desde el Pacto Histórico interpretan la cifra de más de dos millones de votos como una demostración de fuerza.
El argumento es simple pero potente: lograr que esa cantidad de personas acuda a las urnas de forma voluntaria, en un día no electoral y sin los incentivos de una contienda general, evidencia una base «sólida y activa». Es un capital político que, sostienen, supera la votación que obtienen muchos partidos tradicionales incluso en elecciones reales.
«Llorar y llorar», escribió el presidente Petro, «porque nadie en Colombia en consulta al pueblo y sin ser día de elecciones, mueve un electorado de más de dos millones de personas libres. Quédense con sus encuestas raquíticas, aquí hay puro pueblo de verdad».
La Grieta Interna: La Protesta Silenciosa
Sin embargo, no todo es celebración. Quizás el hallazgo más revelador no está en quién ganó, sino en quiénes votaron para no elegir a nadie. La Registraduría reportó cifras contundentes: 119.883 votos nulos y 194.082 votos no marcados.
En conjunto, estos sufragios suman más del 13% del total. Esto no es una anécdota; es una protesta silenciosa de un sector que atendió el llamado a las urnas, pero expresó su descontento con las opciones (Iván Cepeda y Carolina Corcho) o con el rumbo general del movimiento. Es la evidencia de una tensión interna que la narrativa oficialista deberá gestionar.
El Futuro es Digital: La Fuerza se Adapta
Mientras la movilización tradicional muestra signos de desgaste, el Pacto Histórico consolida un nuevo frente de batalla: el digital. La elección de creadores de contenido como ‘Me dicen Wally’ para el Senado y ‘Lalis’ para la Cámara de Representantes ratifica la creciente importancia de las redes sociales como herramientas efectivas de movilización.
Este fenómeno demuestra que la estrategia del Pacto ya no depende únicamente de su fuerza territorial tradicional. La comunicación digital es ahora un pilar de su estructura, capaz de asegurar escaños en el Congreso incluso cuando el entusiasmo general parece decaer.
En conclusión, las cifras del 26 de octubre no ofrecen un veredicto simple. Muestran un desgaste innegable, pero a la vez revelan una base resiliente de más de dos millones de personas. Un activo que ninguna fuerza política puede subestimar y que demuestra que, aunque golpeado, el Pacto Histórico sigue muy vivo en el ajedrez político nacional.




