La disputa tecnológica entre China, Taiwán y Estados Unidos ha alcanzado un nuevo nivel de tensión. China acusa a Taiwán de regalar su industria de semiconductores a EE.UU. a cambio de apoyo político, mientras que la creciente producción china de chips maduros amenaza la supervivencia de fabricantes occidentales. Este escenario refuerza la preocupación sobre un posible desequilibrio global en la producción de semiconductores.
En respuesta, el gobierno taiwanés ha defendido a TSMC como un activo estratégico que opera con independencia, expandiendo su producción a EE.UU., Japón y Alemania. Mientras tanto, China ha cambiado su enfoque hacia chips de más de 20nm, esenciales para la industria automotriz y electrónica de consumo. Con un 28% de la producción mundial en este sector, las fábricas chinas están desplomando los precios, lo que afecta a empresas occidentales como Wolfspeed y Onsemi, que han despedido empleados debido a la crisis del sector.
La estrategia de China, impulsada por subsidios de su Gran Fondo, ha puesto en alerta a EE.UU., que refuerza sanciones y restricciones comerciales para proteger su industria. La incertidumbre sobre el futuro de la producción de semiconductores sigue creciendo, y las decisiones que se tomen en los próximos años determinarán el equilibrio de poder tecnológico global.
Fuente: Tom’s Hardware
