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Juego limpio. Ultimate, alta competencia y auto arbitraje – TDI Colombia


El Premio al Juego Limpio, en los Altius 2024, otorgado al ultimate o disco volador, es un reconocimiento a este deporte, que tiene elementos del fútbol, baloncesto y rugby, pero no con un balón, sino con un disco. Pero lo más importante está en los valores que enseña, como ningún otro deporte, a partir del auto arbitraje (el que ejerce cada jugador), que exigen autoconciencia, autocontrol y ética, en la toma de decisiones arbitrales, en medio del fragor de la competencia.

Ana Rosa Rodríguez, presidente de la Federación Colombiana de Ultimate recibe el Altius al Juego Limpio, entregado por Hélder Navarros Carriazo, fiscal del COC, izquierda.

Por Mauricio Moore

Impulsor, jugador y entrenador del ultimate. Representante legal del Centro de Acondicionamiento y Preparación Física. Entrenador del Club de Ultimate Frisbee. Conferencista y organizador de eventos deportivos y académicos. Y asesor de proyectos.

También llamado Ultimate Frisbee, en referencia a la marca comercial “Frisbee”, es un deporte competitivo sin contacto, que es jugado en equipos de siete jugadores, con un disco volador de 175 gramos. Es distinguido por su principio de “Espíritu de Juego”, su alto rendimiento, y la alegría misma del juego.

Es jugado en un campo de césped o en la playa. En los dos extremos del campo se encuentran las zonas de gol y el objetivo es llevar el disco a esas zonas mediante pases (ya que no está permitido correr con el disco en la mano) sin que caiga al suelo, evitando la intercepción del pase por el equipo contrario.

A diferencia de muchos deportes, el ultimate contempla tres diferentes ramas en su reglamento fundamental: masculino (open), femenino y mixto, en este último los equipos están compuestos por hombres y mujeres, de los cuales debe haber tres de un género y cuatro del otro, en cada punto, a discreción del equipo atacante. Esto propende por la equidad e integración de género en el deporte, en el cual normalmente el papel de la mujer y del hombre van por vías diferentes.

En Colombia. El ultimate comenzó como un deporte universitario, en Bogotá, en 1995 y para el 2000 se realizó el primer torneo nacional con 300 deportistas en el país, aproximadamente. Debido a su Lógica de “Espíritu de Juego” se convierte rápidamente en estrategia para la resolución de conflictos y es adoptado por varias instituciones en diferentes programas del país, lo que le permite aumentar cada año el crecimiento, hasta conformar hoy una escena en Colombia de  más de 8.000 jugadores, en más de 90 municipios. Hasta ahora ha recibido dos medallas de oro, dos de plata y tres de bronce, y varias veces el galardón a “Espíritu de Juego”, en competencias mundiales.   

En el mundo comienza como un deporte universitario en EE.UU, en los años setentas del siglo XX. Una década después se realizó el primer torneo mundial. Actualmente hay más de ocho millones de jugadores, en, aproximadamente, 60 países de todos los continentes, lo que demuestra el ágil crecimiento de esta disciplina deportiva, que, además, hoy es reconocida por el Comité Olímpico Internacional e incluida en el 2001, en el programa de los World Games.

Cuando existen dudas sobre el resultado de una jugada, los jugadores se ponen de acuerdo, y evitan con ello los conflictos propios del fragor del combate.

El ultimate es un deporte auto-arbitrado, en el que “se cree que ningún jugador incumplirá las reglas intencionalmente, por lo cual no hay penalidades severas a las infracciones, en cambio sí un método para resumir la jugada, de manera que se simule lo que probablemente habría ocurrido, si no hubiese existido infracción.” Tomado del reglamento de la WFDF.

Este concepto de auto arbitraje confiere la responsabilidad de los actos a cada jugador y no a un ente externo; por tanto implica que el jugador conozca a cabalidad el reglamento, para poder hacer un buen uso de él y no delegue en el árbitro la percepción de lo que está bien o mal hecho.

En esta medida, al final de cada partido se llena una planilla oficial de la Federación Mundial, en la cual, cada equipo califica la conducta de “Espíritu de Juego” del rival, con cinco criterios objetivos; al concluir los torneos se genera un ranking entre todos los participantes del muy preciado Galardón de Espíritu de Juego, pero, además, deja dicho lo merecido de la victoria de los equipos que ostentan los primeros lugares, articulando entonces el verdadero sentido del Olimpismo, que es el más alto nivel de juego acompañado de la ética deportiva.

El ultimate establece el diálogo como proceso de resolución del conflicto, entendido como la oportunidad para resolver las diferencias. Así cada deportista implicado en un llamado o falta, expone en brevedad su punto de vista, en busca de llegar a un acuerdo, y en caso de que no se llegue a este, ambos acuerdan que la jugada se devuelva a su estado anterior.

Debido a que la percepción de cada jugador puede dar motivo a diferentes puntos de vista, pero que es posible que cada quien los considere desde su honesta percepción de los hechos se prescinde del Paradigma de la “Verdad Objetiva” y por el contrario se considera que la “Verdad Subjetiva” de cada cual es un argumento importante y, por ende, es posible que cada quien tenga su propia realidad de lo sucedido, y si estas no concuerdan entonces se dé espacio a una nueva realidad que ambos acuerden, y por esto se regresa la jugada. Esto trasciende significativamente a la vida cotidiana, generando una nueva forma de ver el mundo.

El ultimate es un deporte que se juega con ardentía.

En esa misma vía, el hecho de que cada deportista sea el juez promueve en los jugadores: el conocimiento de las reglas; ser justos, objetivos y honestos; la explicación de sus puntos de vista de forma clara y concisa, usando lenguaje respetuoso; permitir a los oponentes una oportunidad razonable para hablar, y resolver las discusiones lo más pronto posible.

Además se fomenta la competencia de alto nivel, pero sin sacrificar el respeto mutuo entre los jugadores, la adherencia a las reglas del juego acordadas, o el simple hecho de disfrutar del mismo.

El Ultimate y el deporte, en general, aumentan los niveles de adrenalina en los jugadores, lo que lleva, a menudo, a enfrentamientos violentos en otros deportes, e, incluso, traspasan hasta los espectadores. Poner al deportista constantemente en situación de “conflicto” y llevarlo a una resolución conciliada en el juego es el escenario perfecto para educarlo en la manera como se deben asumir tales sucesos en la vida cotidiana y hacer de estos mecanismos un hábito, apoyándose en que en el inconsciente colectivo, prima ser considerado un equipo con Buen espíritu de Juego y el sujeto indefectiblemente se rige por dicha conducta colectiva.

Hoy el Ultimate sigue creciendo en Colombia y en el mundo, para permitir cambiar los paradigmas que rigen el deporte y demostrar que es posible que existan puntos de vista válidos diferentes frente una misma cuestión y, en general, que cada quien tenga una realidad propia.

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