La tradicional batalla de Chiaraje, celebrada cada 20 de enero en la Chiaraje Pampa del distrito de Quehue, provincia de Canas, en Cusco dejó un saldo trágico en su última edición. Willy Ramos Mamani, un hombre de 34 años, perdió la vida tras ser impactado por piedras durante el enfrentamiento, mientras que más de 15 personas resultaron heridas en este evento que combina costumbres ancestrales con intensos combates rituales.
El evento, que reúne a comunidades de las provincias de Canas, Espinar, Canchis y Chumbivilcas, culminó con el fallecimiento de Ramos Mamani, natural de la comunidad de Hampatura, distrito de Yanaoca. Según un video grabado por asistentes, Ramos fue derribado durante la gresca luego de recibir múltiples pedradas. Sus compañeros intentaron auxiliarlo trasladándolo a una zona segura. Sin embargo, fue ingresado al hospital Alfredo Callo Rodríguez, en Sicuani, sin signos vitales.
El diagnóstico médico señaló como causa de muerte un “traumatismo toráxico”. Su hermano, Roger Ramos Mamani, quien lo asistió durante la emergencia, confirmó su deceso tras ser notificado por el personal médico. En paralelo, la Policía Nacional y el Ministerio Público iniciaron investigaciones para esclarecer los hechos.
Además de la víctima mortal, más de 15 participantes sufrieron heridas diversas causadas por las herramientas empleadas durante el combate, como huaracas, piedras y liwis, objetos contundentes de metal o piedra que forman parte de la tradición.
La batalla de Chiaraje enfrenta a bandos provenientes de diferentes comunidades en una lucha simbólica que combina tradición y violencia. Los participantes, equipados con huaracas, liwis, cascos de mineros o ingenieros, y montados a caballo en algunos casos, se enfrentan en un campo abierto cubierto de ichu, rodeados de piedras de anteriores combates.
Antes de iniciar el enfrentamiento, los asistentes realizan rituales y se reúnen en dos flancos para compartir alimentos, bebidas, música y danzas tradicionales, reforzando los lazos comunitarios y preparando el ambiente para el combate.
La batalla comienza cuando los grupos avanzan hacia el centro del campo para desatar el combate ritual. Aunque puede parecer caótico y peligroso, este ritual se desarrolla bajo un código no escrito que dicta el uso de las herramientas tradicionales y la retirada de quienes resultan gravemente heridos.
La tradición oral sostiene que la batalla de Chiaraje está estrechamente vinculada a la cosmovisión andina y su relación con la Pachamama, la madre tierra. Según estas creencias, el bando vencedor recibe una bendición simbólica que garantiza una buena producción agrícola en el año venidero, mientras que el bando derrotado enfrenta un futuro menos prometedor.
Este enfrentamiento ritual, que data de tiempos prehispánicos, refleja las creencias y prácticas de las comunidades andinas sobre la fertilidad de la tierra y el equilibrio entre los elementos naturales. Aunque su significado cultural es profundo, el carácter violento del evento genera controversias sobre su preservación en su forma actual.
El desenlace trágico de la última edición ha intensificado las preocupaciones sobre la seguridad de este evento. Aunque las comunidades participantes ven la lucha ritual como una expresión cultural legítima, los riesgos asociados, incluyendo el uso de herramientas contundentes y el contacto físico violento, han generado críticas de sectores externos.
Para combatir la extorsión y garantizar la seguridad de los ciudadanos, el Gobierno del Perú ha puesto en marcha la Central 111 de la PNP, un servicio gratuito y confidencial disponible las 24 horas del día. Este sistema está conectado con la Central de Emergencias 105, lo que permite a las víctimas enviar pruebas como audios y videos relacionados con los delitos cometidos. Además, los ciudadanos pueden utilizar otras opciones de denuncia, como la Línea 1818, enfocada en extorsiones, o el número celular 942841978, que ofrece un contacto directo y seguro.
Las comisarías de cada distrito también funcionan como puntos de denuncia, brindando un espacio físico donde las víctimas pueden reportar los delitos. Asimismo, los Departamentos de Investigación Criminal (Depincri) cuentan con unidades especializadas en la lucha contra la extorsión y otros crímenes relacionados, lo que asegura un seguimiento adecuado de los casos y refuerza la seguridad en todo el país.
