A sus 19 años, la levantadora de pesas María Fernanda Mena, se consagró campeona en los Juegos Bolivariano del Bicentenario, en la división de los 71 kilogramos, para confirmarse como una de las grandes promesa en flor de las pesas colombianas. Su meta es ir a unos Juegos Olímpicos y alcanzar una medalla.
Por Sebastián Manco Betancur
Periodista de El Colombiano, de Medellín
María Fernanda Mena Mosquera llegó a la Liga Antioqueña de Levantamiento de Pesas para hacer su primera sesión de entrenamiento del día, que suele ser a las 9 de la mañana.
Empezó haciendo sentadillas y el peso no paraba de subir: primero, 50 kilos, luego, 70, 90, 110. Tras un receso para una fotografías siguió con lo suyo: 120, 130… hasta llegar a los 140 kilos, peso con el que realizó tres repeticiones. Ella es una joven de 19 años y a su corta edad ya puede decir que es una de las mujeres más fuertes de Colombia, que hace ver decenas y decenas de kilos como si no fuesen nada.
Por eso ganó el premio Acord Antioquia como mejor deportista juvenil 2023. Aún cursando el grado 11 de bachillerato, ya ganó dos platas y un oro en los Juegos Nacionales, compitiendo con mujeres que tienen años de trayectoria, participaciones en mundiales y otros eventos internacionales.
Levantando peso desde pequeña
María Fernanda es de Apartadó, cuna de muchos pesistas destacados del país. En Juegos Departamentales de 2023, su municipio arrasó en este deporte y rompió el récord histórico de la competición ganando 48 oros, es decir, en Urabá hay una cultura y apoyo hacia quienes quieran entrenar ese deporte.
Entrenaba atletismo y a los 11 años de edad una profesora del colegio (Raquel Salomé Correa), al ver que disfrutaba de hacer deporte, la invitó a una competencia escolar de pesas en Mutatá, que servía como clasificatoria para la final en Frontino. Apenas entrenó un mes y pudo ganar una plata y un bronce y, de paso, se enamoró del deporte que le marcaría su camino de vida.
La entrenadora que la llevó a las pesas, casualmente, había sido ahijada de la mamá de Fernanda (Herlin Mena), por lo cual, al tener una relación cercana, la enviaba con total confianza a las prácticas, además de presionarla un poco cuando no quería asistir. Por eso, luego de un año entrenando constantemente, pudo ganar 3 oros en el mismo certamen escolar que se realizó en Guatapé.
María Fernanda se enamoró de las vivencias de actuar en un evento, contrario al atletismo, en el que llevaba más tiempo pero no conocía la experiencia de competir.
Luego tuvo un momento más desconectada de las pesas: “La profesora que me dirigía renunció, y ya como que mi mamá tampoco me decía nada para entrenar, entonces lo hacía de vez en cuando. Y así me iba bien, yo ganaba siempre, no entrenaba casi y el profesor me buscaba y me buscaba”.
De los eventos en que ha participado durante su proceso, en todos ha ganado alguna medalla, no sabe qué es irse sin pisar el podio. Esa era la explicación por la que podía darse el lujo de ser inconsistente, pero eso le estaba cerrando puertas para proyectarse y llegar a Liga de Antioquia.
Muchas veces tuvo que ir al Valle de Aburrá a torneos colegiales en Bello, Itagüí, La Estrella o Medellín, y siempre le daban ganas de quedarse. Le gustaba el ambiente, el clima, la infraestructura de la ciudad. Pero sus mentores, a pesar de ganar mucho, no la tenían en cuenta para recomendarla a La Liga. Era buena, pero estaba un poco escondida.
Llegó a ser Selección Antioquia a sus 14 años, desde que vivía en Apartadó, pero fue hasta el año 2021, con 16, cuando vio una oportunidad de irse a vivir a Medellín donde empezó a entrenar con seriedad. Pero no fue por las pesas, sino por una hermana que vivía en la ciudad y le ofreció un lugar. Ella, que había quedado enamorada de la capital, no dudó en la decisión.
“Le escribí al profe un día que me iba a venir para Medellín, y le dije que preguntara si podía ir a entrenar (a la Liga), y claro, me dijo que yo hacía parte de Antioquia. Vivía en el barrio Santa Lucía, cogía el metro y venía todos los días. Yo dije, me voy a Medellín y sé que allá voy a tener mejor proyección, y desde que he estado acá no me he aburrido ni me quiero ir”.
A partir de ahí, empezó a ser más constante, y desde el 2021 asistió al pruebas mayores como el Nacional sub-23. En 2022, con 17 años, la llamaron por primera vez a Selección Colombia, fue a sus primeros Nacionales de pesas de mayores, y se quedó con el segundo lugar siendo menor de edad.
En 2023 iba a ir al Mundial en México, pero las fechas coincidían con los Juegos Nacionales y le dieron prioridad a la competencia local. Ella afirma con seguridad que con sus marcas habría podido ganar en el evento internacional.
Actualmente vive en la Villa Deportiva Antonio Roldán Betancur, lugar que Indeportes tiene destinado para los atletas que hayan ganado medallas en competencias nacionales. Está a pocos minutos de la unidad deportiva Atanasio Girardot, donde queda el coliseo para pesas. Por eso siempre se levanta, se baña, ora y agradece a Dios, y sale a desayunar antes del entrenamiento.
Todos los días lo hace a doble jornada. Primero, de 9:00 a 10:30 AM., cuando hace una sesión de físico o ejercicios auxiliares, y por la tarde, a las 3:00, debe volver para hacer los movimientos de competencia, el esfuerzo más duro. Pero ella disfruta de esos momentos, es de buen ambiente. “Soy una persona que recocha mucho”, cuenta con risa. A veces, se pone los audífonos y entrena con música de cualquier género, hasta con vallenato.
Durante el año debía sacar tiempo para estudiar y siempre mantenía trabajos adelantados por si debía ir a alguna concentración o evento. Por eso este 2023, cuenta la joven pesista, tuvo tres premios: las medallas, en primer lugar; graduarse del colegio y el premio de Acord a mejor deportista juvenil.
Así pudo cerrar una gran temporada y espera que la próxima sea mejor: “El año que viene también hay un Mundial, si Dios quiere allá vamos. Todo eso es para entrar en el ciclo olímpico, para adquirir trayectoria. Tengo pensado ir a los Juegos Olímpicos de 2028. Los profes me han dicho que debo entrenar muy duro para eso”.
Ella tiene en su mente que será una deportista olímpica. Esa visión, esa capacidad de soñar, sumada al trabajo del día a día la convierten en uno de los prospectos en Colombia. También, a sus 18 años, dice que no es gastona, que le gusta ahorrar y piensa en comprar una casa o un lote para construir, montar un negocio, estudiar algo relacionado con el deporte, todos proyectos de una persona enfocada en salir adelante.