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Promesa del Año. Yicel Giraldo, habilidad y determinación – TDI Colombia


La patinadora antioqueña, múltiple campeona mundial, fue galardonada con el Altius de Oro, como Promesa en deportes no incluidos en el programa de los Juegos Olímpicos.  Con apenas 18 años, la vallecaucana ya dejó huella en el patinaje, demostrando que la edad no es limitante para alcanzar la grandeza. Esta es su historia, llena de obstáculos y de gratitud y amor por su mamá.

Yicel Camila Giraldo recibe el Altius de Oro, como Promesa del Año, entregado por Javier Suárez, representante de los atletas en el TDI Colombia.

Por Ana Vega

Periodista de El Espectador

¿Recuerda qué pasaba por su cabeza a los 18 años? ¿Entendía lo que conllevaba “volverse adulto”? Para muchos, esta es una época de incertidumbre, de dudas sobre qué camino tomar, sobre quiénes quieren ser o qué hacer con sus vidas. Sin embargo, hay jóvenes que incluso a su corta edad ya tienen una visión clara de su futuro y saben exactamente qué pasos dar para volverlo realidad.

Ese es el caso de Yicel Camila Giraldo, quien a sus 18 años ya ha logrado lo que a muchos les toma casi toda su carrera: ocho títulos mundiales y cientos de triunfos nacionales e internacionales en patinaje, un deporte que exige no solo talento, sino una entrega absoluta. La joven no se conforma con todo lo que ha logrado hasta ahora y sabe que su carrera acaba de comenzar y eso, más que nada, la emociona. Quiere seguir siendo la gran patinadora que es, convertirse en campeona mundial en categoría de mayores, continuar recorriendo el mundo con sus ruedas, ser profesional en fisioterapia y, lo que más le importa, inspirar a los más pequeños que ya hoy la ven como un modelo a seguir.

Son sueños ambiciosos, por supuesto, pero no cabe duda de que Yicel Camila tiene todo lo necesario para alcanzarlos. “Sé lo que quiero y sé hasta dónde quiero llegar”, expresa la joven con la gran determinación que la caracteriza, la misma que pone en práctica una vez se monta a sus patines y llega a la pista, en donde se olvida de todo y simplemente piensa en “una vuelta más”.

Esa determinación y firmeza es quizá la mayor herencia que le ha dejado su mamá, Gloria Yineth, quien en su juventud fue una víctima más del conflicto armado y tuvo que dejar su hogar en Granada, Antioquia, para empezar de cero en otra ciudad. En Cali, con un nuevo comienzo y la esperanza de superar el pasado, conoció al hombre con quien formaría su familia y con quien, tras mucho esfuerzo, levantaría un pequeño supermercado que hasta hoy sostiene su hogar.

Antes de que Yicel Camila naciera, Gloria también enfrentó una pérdida que cambió su vida para siempre: su primera hija murió ahogada, siendo apenas una bebé de tres meses. Este hecho la marcó profundamente y la llevó a hacer una promesa que hasta hoy sigue cumpliendo: “Si alguna vez vuelvo a ser madre, jamás dejaré sola a mi hija”.

Cuando la joven patinadora llegó al mundo fue recibida con amor y felicidad infinita, pero también con un miedo de perderla que siempre estaba acechando a la familia. Sus cuatro primeros años no fueron nada fáciles, fue diagnosticada con asma severa y constantemente necesitaba entrar hospitalizada al quedarse sin aire en sus pulmones. Su madre, siempre al pie del cañón, buscó desesperadamente cómo ayudar a su hija a respirar mejor y la acompañó noche tras noche en el hospital. Fue entonces cuando un médico le recomendó que la inscribiera en un deporte para aumentar su resistencia. Gloria eligió el patinaje, sin imaginar que este se convertiría no solo en el tratamiento de su hija, sino en el motor de su vida. Como un gesto casi poético, el patinaje le devolvió a Yicel el aire que le faltaba.

Desde el momento en que Yicel Camila se puso los patines por primera vez, quedó claro que tenía un talento especial. Se unió al club Semillas del Valle, donde desde su primer entrenamiento destacó no solo por su habilidad, sino por su determinación. “El profesor me decía que era muy gamina para patinar porque si se caía, se levantaba rápido, y que esa fortaleza era la que la iba a llevar lejos”, recuerda su madre con una sonrisa. Y su entrenador no se equivocaba, porque con el tiempo la joven vallecaucana fue acumulando victorias nacionales e internacionales.

Sin embargo, como muchos deportistas colombianos, el camino hacia el éxito no fue fácil. Los gastos asociados a su carrera deportiva: patines, ruedas, uniformes, inscripciones, viajes… representaban un desafío que sobrepasaba a la familia, cuyo sustento dependía del pequeño supermercado. Con creatividad y esfuerzo encontraron formas de recaudar el dinero necesario para que ella pudiera competir. Vendieron sancochos, organizaron rifas y buscaron apoyo entre amigos y vecinos. “Hubo momentos muy difíciles, pero siempre aparecieron ángeles que creyeron en mí y me ayudaron a llegar hasta aquí”, comenta Yicel, recordando con gratitud esos días de lucha en los que cada pequeño aporte significaba una oportunidad para avanzar.

El camino no solo implicó superar obstáculos financieros, sino también adoptar una rutina de entrenamiento rigurosa y una vida muy diferente a la de los demás jóvenes de su edad. Yicel Camila se despierta todos los días a las 5:00 a.m. para montar bicicleta y recorrer cerca de 80 kilómetros. Después se dirige al gimnasio para trabajar en su fuerza y resistencia. Por las tardes se dedica a perfeccionar su técnica en la pista de patinaje, donde repite una y otra vez los movimientos que la llevarán a la victoria. “Es un sacrificio. A uno no le regalan nada, pero si se quiere, se puede lograr”, dice convencida de que cada día que se levanta, por más cansancio que tenga, vale la pena.

Este año ese sacrificio dio frutos cuando Yicel compitió por segunda vez en los World Skate Games en Italia y se coronó campeona mundial. Al cruzar la meta buscó a su mamá, que siempre la acompaña en las gradas, y gritó con emoción: “¡Mamá, lo logré!”. Para ella, cada triunfo tiene un significado especial, pero este en particular fue la confirmación de que todo el esfuerzo había valido la pena.

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