El gobernante de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró que “se va preparando”, junto a sus aliados de Cuba y Nicaragua y otros “hermanos mayores del mundo”, para “ir a la lucha armada” y defender a su país del «fascismo», en caso de que sea necesario.
Las declaraciones se produjeron horas después de que el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, propuso una intervención internacional en territorio venezolano.
“Dar la batalla en la lucha armada y volver a ganarla, no nacimos el día de los cobardes, ni de los pusilánimes, no somos líderes tibios (…) que nadie se equivoque con Venezuela, que nadie se equivoque con nosotros. Ni es por las buenas, por las buenas avanzaremos, y si es por las malas, por las malas también los venceremos”, dijo este sábado.
Maduro tildó de “cobarde” a Uribe, quien previamente pidió una “intervención internacional preferiblemente avalada por las Naciones Unidas” en Venezuela, para “desalojar a los tiranos” del poder.
“Ven tú al frente de las tropas, Álvaro Uribe, te espero en el campo de batalla, cobarde, ruin, fascista, criminal, narcotraficante, da la cara, no mandes a otros”, expresó Maduro durante la clausura de un acto «antifascista internacional» celebrado en Caracas.
“Nadie en Venezuela quiere golpe de Estado, nadie quiere la intervención militar que llama Uribe, nadie quiere más sanciones”, manifestó.
Maduro, de 62 años, fue investido el viernes para un nuevo periodo de seis años, en medio de manifestaciones de “lealtad” de las fuerzas militares y policiales, y acusaciones de la oposición sobre la consumación de un “golpe de Estado”.
El líder opositor que se acredita con actas el triunfo electoral, Edmundo González Urrutia, reconocido como presidente electo por varios gobiernos, asegura que sigue trabajando en las condiciones para lograr volver a Venezuela para asumir el cargo, y llamó a los militares a “preparar” su seguridad en ese sentido.
Tanto Maduro como González Urrutia, de 75 años, en el exilio desde septiembre, se acreditan la victoria electoral. A pesar de la insistencia de parte de la comunidad internacional que pidió resultados transparentes y verificables, el organismo electoral no divulgó datos disgregados, pero la oposición publicó actas que conservaron sus testigos de mesa.
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