La Base Aérea estadounidense Soto Cano, también conocida como base Palmerola, se encuentra en Honduras desde 1982, pero desde inicios de año ha adquirido relevancia en el ámbito geopolítico debido a una advertencia de la presidenta hondureña, Xiomara Castro, quien anunció que su gobierno revisará las políticas de cooperación militar con Estados Unidos si se realizan deportaciones masivas de hondureños.
Aunque Castro dijo que Estados Unidos tiene bases militares en Honduras, por las que no paga “ni un centavo”, no precisó la cantidad ni su tipo. Sin embargo, se sabe que la nación norteamericana tiene al menos una importante en el país centroamericano: Palmerola.
En Palmerola, se encuentran 500 militares estadounidenses y 500 civiles hondureños y estadounidenses, según la Fuerza de Tarea Conjunta-Bravo, la unidad militar estadounidense que opera en la base.
Es utilizada por militares para operaciones contra el crimen organizado transnacional, incluido el narcotráfico, además de brindar asistencia humanitaria y apoyo en desastres naturales, como los causados por los huracanes Eta e Iota en 2020.
También funciona como aeropuerto internacional para Honduras. Sin embargo, no siempre desempeñó estos roles.
Palmerola nació de la cooperación entre Honduras y Estados Unidos durante la década de 1980. Según analistas consultados por la Voz de América, Estados Unidos la utilizó como parte de una estrategia para contener el avance de movimientos revolucionarios en Centroamérica, particularmente en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
“Palmerola nació como una base para controlar el avance del comunismo internacional, particularmente en el gobierno sandinista de Nicaragua, y además para tener un punto estratégico en el corazón de América, que es Centroamérica”, dijo a la VOA Reina Rivera Joya, abogada y analista especializada en derechos humanos en Honduras.
Cuando los países centroamericanos comenzaron a firmar acuerdos de paz en los años 90, que pusieron fin a las guerras civiles entre los gobiernos y los grupos guerrilleros, la base reorientó su función hacia operaciones contra el crimen, como el control de rutas aéreas del narcotráfico, entre otras. También brindó asistencia humanitaria, explicó Rivera Joya.
«Hubo un par de incendios en Tegucigalpa en los que las Fuerzas Armadas hondureñas no tenían los aviones ‘canasta’ para lanzar agua. Entonces, los militares estadounidenses dieron esos apoyos”, agregó.
Sede de vuelos comerciales, vieja polémica
Desde 2021, Palmerola también funciona como aeropuerto internacional, recibiendo vuelos comerciales que anteriormente aterrizaban en el riesgoso Aeropuerto Internacional Toncontín, en Tegucigalpa, conocido por sus pistas cortas y su historial de accidentes.
Cuando presidió Honduras, Manuel Zelaya, esposo de la presidenta Castro, le planteó a la administración estadounidense que le otorgaran una parte de la base porque el aeropuerto Toncontín había demostrado ser inviable, especificó Napoleón Campos, experto en relaciones internacionales, en entrevista con la VOA. «Estados Unidos se reacomodó y otorgaron una partición de la base”, agregó.
Para Campos, el hecho de que Castro condicione la permanencia de la base militar estadounidense en Honduras está relacionado con el proceso electoral que se avecina en el país centroamericano a finales del 2025.
“Creo que la presidenta necesita atar algún tipo de proclama con la defensa de los migrantes usando este tema, pero creo que lo ha hecho en una dirección equivocada”, agregó Campos.
Según los analistas consultados, Palmerola es un conglomerado de gran relevancia económica y social en Honduras, que no sólo genera dividendos a través del aeropuerto, sino que también fortalece un brazo de entrenamiento del Ejército hondureño con la Academia Militar de Aviación, ubicada en la misma base.
“El mayor problema (de la controversia en torno a Palmerola) sería ‘tensionar’ las relaciones con Estados Unidos porque nuestra economía depende en un altísimo porcentaje de Estados Unidos”, dijo a la VOA, el analista político hondureño, Leonardo Pineda.
En junio de 2024, el Banco Central de Honduras reportó que Estados Unidos fue el principal destino de las exportaciones hondureñas, con un total de 1.185 millones de dólares, mientras que Guatemala, en segundo lugar, recibió 251 millones de dólares, una cifra significativamente menor a la de Estados Unidos.
Además, el promedio anual de remesas que recibe Honduras es de aproximadamente 9,000 millones de dólares.
“Estados Unidos tiene demasiadas cartas para ahogarnos, pero creo que también es importante recordarles a ellos que también tienen intereses en nuestros países y que su principal interés debería ser un ganar ganar”, agregó Rivera Joya.
La reacción de Honduras llega ante las promesas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de intensificar las políticas migratorias, centrando sus esfuerzos en deportar a los migrantes indocumentados.
¿Es posible trasladar la base?
Esta no es la primera controversia que enfrenta Palmerola: desde su instalación, la base militar ha sido objeto de protestas por parte de defensores de la tierra y de aquellos que consideran que ha funcionado como un instrumento de influencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Honduras.
A raíz de las declaraciones de la presidenta Xiomara Castro, el senador Mike Lee sugirió que, si Honduras decidiera no permitir la continuación de la base militar en su territorio, esta podría trasladarse a Guatemala, país que calificó como«más amigable con los EE. UU.».
Según los expertos en relaciones internacionales, Palmerola ha recibido significativas inversiones en infraestructura desde 1982, lo que convierte su traslado en un proceso costoso y logísticamente complejo.
Trasladar la base requeriría asimismo renegociar los acuerdos bilaterales entre Honduras y Estados Unidos, una decisión que dependería del Congreso hondureño. Luego, sería necesario establecer nuevos marcos legales para su operación en otro país.
El partido oficialista en Honduras posee casi la mitad del Congreso del país.
Este no es el primer caso en que Honduras abre un debate con Estados Unidos sobre la necesidad de revisar los acuerdos bilaterales. En agosto de 2024, Honduras puso fin al acuerdo de extradición con Estados Unidos, una decisión vista como un retroceso en la lucha contra la criminalidad.
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