Trillones de estos organismos marinos pueden contribuir al almacenamiento de carbono al consumir partículas de carbono mezcladas con arcilla y excretarlas en aguas profundas.
Microorganismos en los océanos: aliados clave en la lucha contra el cambio climático
Un estudio liderado por Dartmouth propone una innovadora estrategia para aprovechar trillones de microorganismos marinos, específicamente el zooplancton, en la lucha contra el cambio climático. Esta investigación sugiere que, al convertir dióxido de carbono (CO₂) en alimento para estos organismos, es posible almacenar carbono en las profundidades oceánicas de manera más eficiente. Este método utiliza el apetito voraz del zooplancton para acelerar el ciclo natural de captura de carbono en el océano, conocido como la bomba biológica.
La bomba biológica y el papel del zooplancton
La bomba biológica es un proceso natural mediante el cual el carbono de la atmósfera se convierte en materia orgánica y, eventualmente, se almacena en las profundidades oceánicas. Actualmente, solo una pequeña fracción del carbono capturado en la superficie llega a profundidades mayores para su almacenamiento a largo plazo.
El estudio, publicado en Nature Scientific Reports, introduce un elemento innovador: el uso de polvo de arcilla para mejorar la eficiencia de este proceso. La arcilla, al ser rociada sobre el océano tras la muerte de floraciones de algas, se adhiere a las partículas de carbono, creando pequeños grumos pegajosos conocidos como flóculos. Estos flóculos, una vez ingeridos por el zooplancton, son excretados en aguas más profundas, lo que facilita el almacenamiento del carbono por períodos de miles de años.
Un enfoque novedoso: el uso de polvo de arcilla
El estudio destaca que las floraciones de algas marinas, que cubren grandes extensiones oceánicas y eliminan aproximadamente 150 mil millones de toneladas de CO₂ anualmente, liberan carbono nuevamente a la atmósfera al morir. Sin embargo, al introducir polvo de arcilla, se evita este problema al redirigir el carbono hacia la cadena alimentaria marina.
Según el profesor Mukul Sharma, autor principal del estudio, “el método utiliza la arcilla para crear heces del zooplancton cargadas de carbono y arcilla que se hunden más rápidamente”. Las pruebas realizadas en el Golfo de Maine mostraron que la arcilla puede capturar hasta un 50% del carbono liberado por las algas antes de que regrese a la atmósfera. Además, aumenta por 10 veces la concentración de partículas orgánicas pegajosas, que atrapan más carbono al hundirse.
El transporte activo de carbono
El zooplancton realiza un fenómeno conocido como migración vertical diel, una de las mayores migraciones en masa del planeta. Cada noche, estos organismos ascienden cientos o incluso miles de metros desde las profundidades para alimentarse en las aguas superficiales. Al amanecer, descienden con los flóculos ingeridos, acelerando el transporte de carbono a mayores profundidades mediante el proceso de transporte activo.
Resultados y próximos pasos
Los experimentos en laboratorio demostraron que el zooplancton no distingue entre fitoplancton puro o mezclado con arcilla, lo que lo convierte en un mecanismo natural y eficiente para almacenar carbono. Además, los flóculos no consumidos también se hunden, acumulando más carbono en su trayecto.
Sharma y su equipo planean realizar pruebas de campo en la costa sur de California utilizando aviones para rociar polvo de arcilla sobre floraciones de fitoplancton. Sensores submarinos medirán cómo distintas especies de zooplancton consumen los flóculos y evaluarán la mejor manera de implementar esta técnica de manera eficiente y sostenible.
Importancia ecológica y desafíos futuros
El estudio subraya que, aunque el método es prometedor, no debe aplicarse de manera indiscriminada. Es fundamental identificar los entornos oceánicos adecuados y entender su impacto en los ecosistemas locales antes de escalarlo a nivel global.
Esta investigación representa un enfoque innovador y sostenible para combatir el cambio climático, maximizando los procesos naturales del océano y optimizando el almacenamiento de carbono. Al aprovechar el apetito insaciable del zooplancton y su capacidad para transportar carbono a profundidades mayores, los científicos han abierto una puerta hacia soluciones más efectivas para mitigar el calentamiento global. Este es un ejemplo claro de cómo la ingeniería y la ecología pueden trabajar juntas para abordar uno de los mayores desafíos de nuestra era.
Vía dartmouth.edu