Sin duda alguna, la labor que realiza un maestro es determinante en sus estudiantes, pues tiene la capacidad para generar un espacio de aprendizaje y motivación o un tiempo en el que se debe cumplir con una tarea en particular y poco más.
Es por ello que, para enseñar, se necesita preparación, compresión y vocación: “Para mí es un arte; es una responsabilidad muy bonita que podemos afrontar. En este caso específico, en el deporte que yo imparto, tener la experiencia de tantos años deportivos, tantos campeonatos en los cuales pude estar presente y toda la preparación académica que he podido obtener me parece fundamental para enseñarles a ellos”.
Las palabras del entrenador de gimnasia artística, Jhonny Alexander Muñoz, están cargadas de alegría e ilusión por la importancia del rol que, diariamente, ejerce con sus estudiantes: “Yo sé que soy una persona preparada, una persona idónea, que puede cumplir a cabalidad con esa gran responsabilidad de orientarlos de la mejor manera posible”.
Jhonny proviene de una familia de artistas que cuentan con la capacidad de realizar movimientos para deslumbrar a un espectador o para cautivarlo a través de la magia. La familia del profe tiene en sus venas al circo, pero, sobre todo, cuenta con la aptitud para guiar y enseñar un arte tan único. Quizás de allí viene la vocación de Muñoz, pero lo seguro es que, gracias a la admiración por su padre, Pedro Antonio Muñoz, nació la pasión por la gimnasia.
Su camino deportivo comenzó a los cinco años, el profe Jairo Ruíz fue el encargado de evaluar sus conocimientos y su biotipo para comenzar con los entrenamientos. “Era muy precario, era un espacio muy reducido, más o menos unos ocho metros por 15 de largo, no cabían los aparatos adecuados para la práctica. Pero siempre mantuve la ilusión, me gustaba mucho ir, me gustaban mucho los elementos nuevos y los ejercicios que se hacían”, con pasión, el entrenador Jhonny comenta cómo fueron sus inicios en el deporte.
La entrega fue constante y junto a la perseverancia, el profe Muñoz se destacó en varios certámenes, donde participó en los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud Singapur 2010. Aunque disfruta más de los aparatos de suelo y barra fija, su especialidad son los arzones y fue allí donde consiguió títulos a nivel nacional, sudamericano, centroamericano, panamericano y en las Copas Mundo.
Sin embargo, la presea que más tiene presente se remonta a 2015: “Una medalla que es muy bonita para mí fue la conseguida por equipos durante los Juegos Panamericanos en Toronto, porque veníamos trabajando todo el ciclo olímpico con un equipo sólido, fuerte y en el que confiamos mucho entre nosotros. Aquella fue la primera vez que un equipo de nuestro país subió al podio en Juegos Panamericanos”.
Lejos de la capital del Norte de Santander, otra llama por la gimnasia, en este caso la rítmica, también se encendió: “Yo inicié la gimnasia a los nueve años. Yo me motivé a entrar al mundo de la gimnasia porque era bailarina de salsa, quería aprender más acrobacias, más elementos para mis rutinas y llegué al Centro de Alto Rendimiento con la entrenadora Marta Pardo. Ella me recibió, me dio unas clases y me enamoré de la gimnasia totalmente”.
Aquellas palabras son de la entrenadora Jennifer Rivera, quien desde sus inicios en la disciplina mantuvo la pasión como motor para afrontar los desafíos del deporte, mismos que comenzaron cuando cambió de ciudad y se radicó en Pereira para continuar con sus aspiraciones: “En esa época admiraba a las niñas que llevaban sus uniformes de la Selección Cundinamarca o de la Selección Colombia, y yo decía: ‘yo quiero ser como ellas’. Eso fue lo que me motivó a seguir en el deporte”.
Sus padres siempre la apoyaron con la gimnasia rítmica y, acompañada de su mamá, Jennifer pasó de Bogotá a Pereira, donde una beca deportiva le permitió estudiar su primaria y bachillerato mientras practicaba la disciplina. La primera competencia de Rivera llegó seis meses después de iniciar los entrenamientos y su participación le adjudicó un cupo en la Selección Colombia que se presentaría en un Campeonato Suramericano en Bolivia.
En aquel certamen, la colombiana experimentó, por primera vez, lo que era viajar a otro país, representar a Colombia y ganar el bronce por equipos. Esa presentación le abrió las puertas en la selección de Risaralda y le permitió permanecer en el combinado nacional. Su dedicación y entrega fueron claves para destacarse entre las mejores de la modalidad: “Yo fui siete años consecutivos Selección Colombia, siempre quedaba en el podio, entre el primer y segundo lugar. En el año 2018, hice el ciclo olímpico de la disciplina que, estaba compuesto por ser, primero, campeona nacional; luego ir al suramericano, ir al Pacific Rim y a la competencia panamericana juvenil, donde quedé en el sexto lugar, de siete plazas, para conseguir un cupo a los Juegos Olímpicos Juveniles”.
Buenos Aires, Argentina, fue el lugar donde Jennifer disputó aquellos Juegos Olímpicos de la Juventud, donde disfrutó al máximo la experiencia y donde entregó con amor todas sus rutinas representando al país: “sé que competí de la mejor manera, sé que hice mis rutinas con todo el amor y con toda la perfección que pude, fue una experiencia increíble”.
La historia de nuestros protagonistas se une en uno de los momentos más difíciles para un atleta de alto rendimiento: cuando es momento de retirarse. “Fue en los Juegos Nacionales de Ibagué en el 2015. Estábamos peleando las medallas en la barra fija y faltaba el último grupo de competencia. En el calentamiento, se reventó un perno que sostenía la guaya de la barra y me fui al piso. Esa fuerte caída me generó una fractura a nivel lumbar, por lo que se requirió la intervención quirúrgica… La idea era continuar con la práctica del deporte, pero el especialista nos dijo que, para la el día a día, tendría movilidad y que se me iba a disminuir el dolor que presentaba; sin embargo, para la gimnasia era imposible seguir, debido al impacto del deporte y por la intensidad en la parte competitiva”, comenta el profe Jhonny con la voz entrecortada.
“En primer lugar, las lesiones. Ya contaba con mucho dolor en la parte lumbar debido a que la gimnasia lleva tu flexibilidad al máximo. Lo segundo fue una displasia congénita que tengo en la cadera y que, para la vida normal, no era malo, pero para la práctica de la gimnasia rítmica, que tiene tanta repetición y conlleva a estar todo el día haciendo casi el mismo movimiento, me molestaba un nervio”, expresa Jennifer con una mirada desolada.
Priorizando su salud, cada uno, en su debido tiempo y proceso, optó por dar el difícil paso al costado en el alto rendimiento. Sin embargo, las personas más cercanas en sus vidas fueron la luz en la oscuridad, las que los acompañaron para encontrar una nueva forma de disfrutar el deporte. Los dos entrenadores comenzaron su carrera en la enseñanza: el profe Jhonny es licenciado en educación física y tecnólogo en deportes, mientras que, a sus 21 años, Jennifer está a las puertas de graduarse como profesional de entrenamiento deportivo.
Los dos cuentan con una vocación: la de enseñar con amor y dedicación a todos sus estudiantes. Cada uno, desde sus propias experiencias, resalta la importancia de la preparación antes de ejercer su rol como educadores, pues no basta con solo conocer y practicar el deporte; en la pedagogía, se encuentra la clave para conectar con sus estudiantes y generar un impacto más allá de los entrenamientos.
“Es algo maravilloso compartir con los niños, y ellos también nos enseñan a nosotros lo que es importante. Entonces estamos en una constante retribución: de mi parte, al guiarlos en esa preparación, en esos sueños y en esas metas que tienen. Mientras tanto, ellos me ayudan con mi crecimiento personal, porque hay momentos en que me exigen nuevos conocimientos. Para mí, es importante prepararme y seguir buscando formas y métodos para darles la mejor información y la mejor preparación posible”, destaca Jhonny con seguridad.
Por su parte, Jennifer resalta la enseñanza principal en sus entrenamientos: “Siempre les explico que el deporte no es una tortura; el deporte también es diversión y tiene muchos beneficios para nuestra vida. No solo es ir a entrenar, sufrir o lastimarse, sino que es ir a disfrutar y cumplir sus sueños. Así como su profe lo logró, el deporte te permite conocer el país, el mundo, diferentes personas, costumbres y también te llena de riquezas, no monetarias, sino de experiencias que les van a ayudar en el futuro”.
A través de sus enseñanzas, Jhonny y Jennifer continúan luchando por sus sueños, pero ahora unidos a los de sus estudiantes. Cada uno los inspira, guía y apoya para continuar con su formación académica, deportiva y personal, y no se limitan a la técnica de la gimnasia en los entrenamientos, pues dejan una huella imborrable en el espacio seguro que les ofrecen a los niños, donde los reconocen como personas y los motivan a descubrir quiénes son.